Los jumillanos, por tradición, no solemos tener La Manga o cualquier de las playas del Mar Menor como lugar preferente de vacaciones, aunque haberlos hailos. Somos más de la zona de Alicante. Pero sin embargo, eso nunca ha quitado para que como murcianos, presumamos de algo tan único como la famosa laguna que desde siempre, ha marcado el turismo y la imagen de la Costa Cálida. Pero como suele pasar con todo lo que es único, entre todos lo mataron y él sólo se murió.
El pasado 12 de octubre, Día de la Hispanidad, pasará a la historia no por el desfile de este año, o por los vestidos de la Reina y las Infantas, ni siquiera por el fatal accidente del paracaidista. Para los murcianos, esta fecha estará lamentablemente marcada porque el Mar Menor eligió este día para amanecer más muerto que vivo, donde miles, millones de peces, poblaban la orilla agonizando ante la falta de oxígeno o nutrientes en las aguas hasta hace poco tiempo cristalinas, y ahora una descriptiva sopa verde.
Han sido muchos años, demasiados, en los que no se ha hecho nada, solo marear la perdiz o simplemente negar la evidencia, como ya pasó con los brotes verdes. Porque a nivel regional, parece como si se hubieran pensado que se tratara de una broma. Que no iba en serio. Pero este ecosistema único se cansó de malvivir.
No es momento de lanzarse balones de un tejado a otro. Ni siquiera de demagogias tan baratas como la protagonizada esta misma semana por la vicepresidente del Gobierno regional, Isabel Franco, de Ciudadanos, que no ha tenido otra ocurrencia que dirigir una carta abierta al presidente de la comunidad, Fernando López Miras, exigiéndole una solución, sin tener para nada en cuenta que es miembro del Gobierno, vicepresidenta nada más y nada menos, que se sienta junto a López Mira, del PP, en la Asamblea Regional y en el Consejo de Gobierno.
Hay que ser mucho más serio y después de haberla liado tan parda, hay que ser humilde, pedir ayuda y buscar soluciones.